Jason Scott Lee toma el testigo de Van Damme en una película sólo para aquellos que tengan afán de completismo.
Todo el mundo tiene el buen recuerdo del primer filme realizado por Peter Hyams y protagonizado por Jean Claude Van Damme (mullet incluido), siendo el filme más taquillero de la carrera del belga, lo normal hubiera sido realizar una secuela inmediatamente, cosa que nunca llego.
Tras un intento fallido de una serie de televisión, unos años después, se intento retomar la idea con esta secuela de tufillo televisivo, de la mano de Steve Boyum, curtido especialista, también con una dilatada carrera en la silla de dirección. El proyecto peca por tener una estetica y unos modos visuales de comienzos del siglo XXI. Los saltos temporales nos llevan desde el Berlín del título de los años 40, pasando por un par de localizaciones muy poco vistosas.
La historia, aunque tiene algún que otro apunte interesante, como esa sociedad historica encargada de velar que los propios TimeCops no comentan ningun tipo de atropello temporal, como si fuera una agencia de asuntos internos, es interesante pero no se explota. Nos deja solamente un cara a cara entre el bueno (un Jason Scott Lee marcialmente mejor que en Dragon: La vida de Bruce Lee, pero sin el carisma suficiente para llevar este proyecto) y el malo (un Thomas Ian Griffin oxigenado ahora viviendo una segunda juventud gracias a Cobra Kai) ¿Pero que se puede esperar de una cinta que no llega ni a los 80 minutos de duración? Sólo para aquellos que tengan afán de completismo.
Por @ged_joe