Toda esta pelea. No es quién tiene razón. Es quien queda.
Segunda película de Guy Moshe tras debutar en 2006 con Holly. Para su siguiente trabajo cambia el drama para una historia que combina acción, artes marciales, con la ciencia ficción dentro de un futuro distópico. Todo ello, a partir de una idea de Boaz Davidson (ex-Cannon que en la actualidad es un jefazo de la Millenium films -Los mercenarios, Ninja, Objetivo: La Casa Blanca-).
En un futuro que no existen las armas de fuego, a una ciudad llegan dos desconocidos, que tendrán que unir fuerzas para acabar con un enemigo en común. Por allí circularán algunos variopintos personajes. Todo con una estética muy deudora del cómic, en concreto del Sin City de Frank Miller.
Uno de los puntos fuertes del filme, son sin duda alguna, su eclético reparto. Encabezado por un Josh Harnett a punto de ser fagocitado por Hollywood, como el curioso héroe de la función. Woody Harrelson interpreta con su habitual carisma a un barman, mientras que un melenudo Ron Perlman interpreta al villano de la función con su buen hacer. Sorprende ver a una muy bella Demi Moore, en un papel bastante anodino. Cierra el reparto al músico japones Gackt, que intepreta al compañero de aventuras de Harnett. Y como toque español, tenemos a Jordi Mollá, como no, haciendo de uno de los villanos.
La historia tiene algo de western crepuscular, misticismo y otros elementos, pero de mercadillo. Todo un batiburrillo de ideas, con alguna que otra escena de acción acertada, como la curiosa persecución automovilística o una secuencia acrobática en el circo.
Con todo esto, Bunraku es una autentica rareza, que merece la pena darle un visionado.
Por @ged_joe